martes, 3 de abril de 2012

Necesitamos investigación científica sobre agroecología, no sobre transgénicos.


Necesitamos investigación científica sobre agroecología, no sobre transgénicos

Patrick Mulvany

En la actualidad, no puede haber un desafío científico mayor en el sistema alimentario que el descubrir cómo conducirlo hacia una forma de producción más ecológica y sana, que pueda producirse localmente.
El mayor desafío que enfrentan los científicos agrícolas es cómo trabajar con los agricultores que producen alimentos más ecológicos y saludables y no con los transgénicos, señala Patrick Mulvany, presidente de la red global sobre temas agrícolas y alimentarios UK Food Group y asesor de la ONG británica Practical Action.

A principios del año 2012, debiéramos estar muy entusiasmados con la noticia de que la BASF, el gigante químico alemán, productor de semillas, decidió marginarse del desarrollo de plantas transgénicas en Europa. He aquí un ejemplo de la efectividad de la presión pública, el cual constituye además un nuevo golpe en Europa para los alimentos transgénicos, según el comentario de Adrian Bebb, de Amigos de la Tierra.

Sin embargo, más allá del éxito en las escaramuzas con respecto a la modificación genética, debiéramos recordarnos a nosotros mismos por qué debemos ser optimistas frente a la defensa del sistema alimentario que alimenta a la mayoría de la población del mundo, y de esa manera ser más claros ante las políticas y prácticas de investigación necesarias para mejorarlo.

Los sistemas alimentarios dominantes en el mundo son redes locales, en pequeña escala, de alimentos orgánicos, y no supermercados gigantes encadenados a la producción industrial que está destruyendo los medios de subsistencia, los mercados locales y el medio ambiente. El 70% de la población mundial ingiere alimentos locales cultivados y cosechados en pequeña escala principalmente por agricultores, horticultores, criadores de ganado y pescadores artesanales, quienes generalmente realizan su labor sin recurrir a semillas ni productos químicos de marca registrada.

Existe una creciente corriente de apoyo, respaldada por la IAASTD (Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola) hacia enfoques más ecológicos, más sanos y respetuosos del medio ambiente para la producción de alimentos, que permitan mejorar la diversidad agrícola, los suelos, el agua y el clima. Como contraparte, existe un rechazo igualmente fuerte de control corporativo y de especulación en la producción alimentaria y en la apropiación de tierras.

El Movimiento Campesino Mundial, La Vía Campesina, y los movimientos sociales relacionados, que representan la visión de los proveedores de alimentos en pequeña escala del mundo, tienen un marco de política muy bien desarrollado: la Soberanía Alimentaria. Éste debiera asegurar el alimento futuro si sus sistemas de producción son apoyados y protegidos y si ellos participan decisivamente en la fijación de prioridades para el uso de recursos, la inversión, los mercados y la investigación agrícola, el desarrollo y la producción. Ellos saben qué se necesita para hacerlo y cómo hacerlo.

Sin embargo, la investigación como tal, comprometida con la agricultura de gran escala, está ciega a estas necesidades y oportunidades. El Financial Times, al hacer un reportaje sobre la decisión de BASF de reubicar su investigación sobre los transgénicos en Estados Unidos, citó a un investigador principal en biociencias, el catedrático Jonathan Jones, del Laboratorio de Sainsbury, en Norwich, con las siguientes palabras: “El daño psicológico es que se les dirá a las futuras generaciones que quieran adentrarse en la ciencia de las plantas que no pueden agregar nada novedoso al mercado …y también desalienta el apoyo gubernamental si [la tecnología de la ingeniería genética] no va a ser utilizada en Europa.”

Pero, ¿hablar de daño psicológico a las nuevas generaciones? ¿No es más probable que dicho daño sea el resultado de la “disonancia cognitiva” causada por un desajuste extremo entre lo que se necesita para alimentar al mundo y lo que la ciencia establecida les solicita que hagan?
En la actualidad, no puede haber un desafío científico mayor en el sistema alimentario que el descubrir cómo conducirlo hacia una forma de producción más ecológica y sana, que pueda producirse localmente. Estos sistemas son más productivos por área de tierra o por gota de agua –y más sustentables, carbono neutros, biodiversos, resilientes y determinados localmente- que la producción industrial. La ciencia debiera asumir el desafío.

Podría motivarse a una nueva generación de científicos agrícolas, sobre la base del ejemplo de muchos pioneros, a trabajar con proveedores de alimentos en pequeña escala, que estén informados sobre el asunto, para hacer posible este cambio. Mediante herramientas perfeccionadas para el análisis de sistemas sociales, legales, económicos y biológicos, ellos podrían mejorar la comprensión del tema, aumentar los conocimientos y las prácticas locales referidas a ello y fortalecer el control de las comunidades locales y de los movimientos sociales con respecto al uso de sus recursos comunes para asegurar los sistemas localizados de alimentación.

La agroindustria y la ciencia establecida no van a querer esto, pues no engrosará los fondos corporativos; pero la mayoría de las personas sí lo querrá.

Debiéramos construir a partir de la energía generada por el movimiento de la soberanía alimentaria, que llama al apoyo público y a una mejor gobernabilidad para transformar el sistema alimentario.

Ahora, cuando se presenta la oportunidad, es necesario seguir el impulso y reunir a jóvenes entusiastas en torno a la investigación agrícola democráticamente controlada y al ajuste de los sistemas de desarrollo y de producción para hacer realidad la soberanía alimentaria.



Informe ONU: La agroecología y el derecho a la alimentación.

El 8 de marzo 2011 el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier De Schutter, presentó su informe “La agroecología y el derecho a la alimentación” ante el Consejo de Derechos Humanos. Este informe, elaborado a partir de una exhaustiva revisión de la literatura científica más actual, demuestra que las explotaciones agrícolas campesinas pueden duplicar la producción de alimentos en zonas críticas a través del uso de métodos ecológicos.

El informe exhorta pues a los Estados a que dirijan sus esfuerzos hacia la agroecología para poder así satisfacer las necesidades alimentarias de su población al tiempo que plantan cara a los desafíos que presentan el clima y la pobreza.

http://www.srfood.org



Patrick Mulvany, es asesor principal en políticas para la ONG Practical Action y dirige la Red global sobre temas agrícolas y alimentarios UK Food Group.

http://practicalaction.org

Publicado el 24 Feb, 2012
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